La joven de la perla: historia de amor y arte en Delft

Resumen con spoilers de: La joven de la perla (2003) de Peter Webber (Girl whit a Pearl Earring)

Duración: 99 min.
Dirección: Peter Webber
Guion: Olivia Hetreed (N.: Tracy Chevalier)
Fotografía: Eduardo Serra
Música: Alexandre Desplat
Reparto: Scarlett Johansson (Griet), Colin Firth (Johannes Vermeer), Tom Wilkinson (Pieter van Ruijven), Cillian Murphy (Pieter), Judy Parfitt (Maria Thins), Essie Davis (Catharina Bolnes), Alakina Mann (Cornelia), Joanna Scanlan (Tanneke).

La película La joven de la perla (2003), dirigida por Peter Webber, adapta la novela de Tracy Chevalier y nos sumerge en un mundo del siglo XVII en Delft, Holanda, donde se desarrolla una historia llena de secretos, pasión y creatividad. La trama gira en torno a Griet, una joven de 17 años que, tras la pérdida de la vista de su padre, se ve obligada a aceptar un trabajo como sirvienta en la casa del famoso pintor Johannes Vermeer, en un entorno marcado por las restricciones sociales y económicas de la época. La película explora cómo esta joven, con su belleza y sensibilidad, se convierte en una figura central en la vida del artista y en su obra artística, creando un relato lleno de tensión y emociones.

Desde el inicio, la historia revela cómo Griet comienza a adaptarse a su nuevo entorno, enfrentando celos, secretos y decisiones difíciles. La relación entre ella y Vermeer se desarrolla lentamente, marcada por gestos de complicidad y admiración mutua, mientras que otros personajes, como la esposa Catharina y el mecenas Pieter Van Ruijven, complican aún más la trama con sus propios intereses y conflictos. La película combina elementos históricos, románticos y artísticos, creando un relato que mantiene en vilo al espectador hasta su resolución final.

La llegada de Griet y su vínculo con Vermeer

Al principio, Griet llega a la casa de Vermeer con la intención de ayudar a su familia y aliviar su situación tras la pérdida de su padre, quien quedó ciego y sin recursos. La joven comienza a realizar tareas domésticas, pero pronto llama la atención del pintor, quien la invita a colaborar en su estudio, encargándole tareas relacionadas con la preparación de los pigmentos y la organización de los materiales. La relación entre Griet y Vermeer se vuelve más cercana a medida que ella demuestra talento y sensibilidad, lo que despierta en él una inspiración artística que no había sentido en mucho tiempo. Sin embargo, esta cercanía genera celos en la esposa Catharina, quien empieza a sospechar de la relación entre su marido y la sirvienta.

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Mientras tanto, Pieter Van Ruijven, un mecenas y amigo de la familia, se fija en Griet y la invita a participar en eventos sociales y cenas, donde ella comienza a destacar por su belleza y carácter. La joven, consciente de su posición social, se siente atrapada entre su lealtad a la familia Vermeer y la atracción que siente por el artista. La tensión crece cuando Vermeer, preocupado por su economía y su arte, le pide a Griet que le ayude mezclando colores y realizando compras, lo que profundiza la distancia emocional con su esposa y alimenta los celos de Catharina, quien empieza a actuar con mayor hostilidad.

La inspiración artística y los primeros conflictos

Un momento clave ocurre cuando Vermeer, impresionado por la belleza de Griet, decide inmortalizarla en un cuadro y le pide que pose para él. Ella acepta, aunque con cierta inseguridad, y en una escena emblemática, Vermeer la pinta con pendientes de perla, un símbolo de pureza y deseo. La relación entre ambos se vuelve más íntima, pero también más peligrosa, ya que la tensión social y las sospechas en la casa aumentan. La escena en la que Griet limpia una ventana y Vermeer la observa, se convierte en un símbolo de su creciente vínculo, y Vermeer decide pintarla en esa posición, lo que genera un conflicto interno en la joven, que empieza a cuestionar sus sentimientos y su papel en la casa.

Por otro lado, Pieter Van Ruijven, en su obsesión por Griet, intenta aprovecharse de ella en un momento de vulnerabilidad, cuando la joven se encuentra sola y vulnerable. Él intenta abusar de ella, pero Griet logra escapar gracias a la intervención de Catharina, quien, aunque celosa y desconfiada, actúa para protegerla. Este incidente marca un punto de inflexión en la historia, ya que Griet se da cuenta de los peligros que enfrenta y de la complejidad de las relaciones humanas en ese entorno. Vermeer, por su parte, se mantiene distante pero cada vez más involucrado emocionalmente con Griet, lo que complica aún más la dinámica familiar y artística.

La creación del cuadro y el sacrificio de Griet

Luego de estos eventos, Vermeer decide pintar a Griet con pendientes de perla, un acto que simboliza su admiración y su deseo de inmortalizar su belleza. La joven, emocionada, siente que por fin ha encontrado un espacio para expresarse y ser vista como alguien más allá de su rol de sirvienta. Sin embargo, la tensión en la casa aumenta cuando Catharina descubre que Griet ha sido la modelo del cuadro y, en un acto de celos y resentimiento, le devuelve los pendientes a su madre, lo que provoca una confrontación dramática entre ambas. La escena revela la complejidad de los sentimientos y las lealtades en juego, y deja a Griet en una posición vulnerable y emocionalmente desgastada.

En medio de esta situación, Vermeer, consciente del impacto que su obra y sus decisiones tienen en la vida de Griet, decide ofrecerle una oportunidad para escapar de la casa y comenzar una nueva vida con él. La invita a dejar su trabajo y casarse con él, prometiéndole un futuro diferente. Griet, emocionada y confundida, acepta la propuesta y se despide de la familia, dejando atrás su vida de sirvienta y las restricciones sociales que la habían limitado. La película muestra cómo, a través del arte y sus decisiones, la joven logra encontrar su propia voz y libertad, aunque a costa de sacrificios personales y de la ruptura con su pasado.

La resolución y el cierre de la historia

En el momento final, Griet recibe un paquete con los pendientes de perla, que simbolizan tanto su amor por Vermeer como su libertad recuperada. La escena final muestra a Griet con una expresión de satisfacción y esperanza, mientras se aleja de la casa de Vermeer, dejando atrás su vida anterior. La relación entre ella y Vermeer se ha consolidado en un acto de amor y sacrificio, y la joven ha logrado escapar de las restricciones sociales que la oprimían. La película cierra con la imagen de Griet con los pendientes, símbolo de su transformación y de la inspiración artística que la llevó a tomar decisiones valientes, en un entorno donde la pasión, el arte y los secretos se entrelazan en una historia que trasciende el tiempo.

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