La Vía Láctea de Luis Buñuel: Crítica Surrealista a la Religión

Resumen con spoilers de: La Vía Láctea (1968) de Luis Buñuel (La Voie Lactée)

Duración:95 min.
Dirección:Luis Buñuel
Guion:Luis Buñuel, Jean-Claude Carrière
Fotografía:Christian Matras
Música:
Reparto:Paul Frankeur (Pierre), Laurent Terzieff (Jean), Alain Cuny (El hombre de la capa), Edith Scob (Virgen María), Bernard Verley (Jesús), Pierre Clément (Diablo), Julien Bertheau (Maître del Hotel), Michel Piccoli (Marqués de Sade), Georges Marchal (Jesuita), Jean Piat (Jansenista), Daniel Pilon (François), Claudio Brook (Obispo), Delphine Seyrig (Prostituta).

La Vía Láctea de Luis Buñuel, estrenada en 1968, es una obra que desafía las convenciones narrativas tradicionales para ofrecer una crítica mordaz y surrealista a la religión y sus instituciones. La película sigue a dos mendigos que, en su peregrinación hacia Santiago de Compostela, atraviesan diferentes épocas y escenarios, enfrentándose a una serie de episodios que reflejan la hipocresía, la corrupción y la violencia inherentes a la historia y las creencias religiosas. Desde el inicio, la película presenta un tono irónico y absurdo que invita a cuestionar la autoridad de la Iglesia y la naturaleza de la fe.

A lo largo del recorrido, Buñuel combina escenas simbólicas con diálogos filosóficos y situaciones surrealistas, creando un espectáculo visual que satiriza la superstición, la doble moral y la manipulación social. La historia se desarrolla en un contexto donde los personajes enfrentan conflictos con personajes como el Diablo, la Virgen María, sacerdotes y herejes, en un escenario que refleja la historia europea y sus instituciones religiosas. La película culmina en un desenlace que refuerza su visión pesimista y desilusionada del mundo y de la religión.

El inicio de la travesía y las primeras escenas

La película comienza con los mendigos en un paisaje desolado, donde uno de ellos, llamado Simón, intenta convencer al otro, Macario, de seguir un camino que los llevará a Santiago de Compostela. Desde el principio, la escena está cargada de simbolismo, y Buñuel introduce un tono irónico al mostrar cómo ambos personajes, en su pobreza, representan la ignorancia y la fe ciega. Mientras avanzan, se encuentran con un grupo de peregrinos que cantan y rezan, pero en un tono que revela su superficialidad y doble moral.

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A medida que avanzan, los personajes se cruzan con diferentes figuras religiosas y personajes históricos, en escenas que parecen sacadas de un sueño. En uno de estos episodios, los mendigos son testigos de una misa en la que un sacerdote predica con fervor, pero luego se revela que está involucrado en actos de corrupción y abuso. La película continúa mostrando cómo la religión, en su forma institucional, se muestra hipócrita y corrupta, mientras los personajes principales siguen su camino sin entender realmente el significado de su peregrinación.

Encuentros con personajes simbólicos y episodios surrealistas

A lo largo de su viaje, los mendigos tienen encuentros con personajes que representan diferentes aspectos de la religión y la historia. En una escena, se encuentran con una Virgen María que aparece en una nube, pero en lugar de ofrecer consuelo, los ridiculiza y los acusa de ser simples creyentes. Luego, se cruzan con un grupo de herejes que defienden ideas contrarias a la Iglesia, pero que también son ridiculizados y perseguidos, mostrando la doble moral de la época.

En otro momento, los personajes se enfrentan a una serie de milagros que, en realidad, son trucos o engaños, poniendo en duda la autenticidad de las manifestaciones divinas. Buñuel también presenta escenas en las que los personajes son torturados o asesinados por motivos religiosos, en un reflejo de la violencia y la intolerancia que han marcado la historia de la Iglesia. La película continúa con episodios que satirizan la superstición y la manipulación social, en un tono cada vez más absurdo y crítico.

La aparición del Diablo y las escenas de manipulación

Uno de los momentos más impactantes es la aparición del Diablo, que se presenta como un personaje seductor y engañoso, que intenta convencer a los personajes de que la religión y la fe son solo herramientas de control. En varias escenas, el Diablo aparece en forma de tentador, ofreciendo riquezas y poder a cambio de la traición o la apostasía, pero siempre revelándose como una figura que manipula y engaña. La presencia del Diablo refuerza la idea de que la religión está llena de engaños y falsedades.

Mientras tanto, los personajes principales se enfrentan a diferentes formas de manipulación por parte de las instituciones religiosas, que buscan mantener su poder a toda costa. En una escena, un sacerdote intenta convencer a los mendigos de que deben seguir una determinada doctrina, pero en realidad solo buscan su propio beneficio. La película continúa mostrando cómo la religión se convierte en un instrumento de control social, en un escenario donde la fe se mezcla con la mentira y la corrupción.

La crítica a la historia y las instituciones religiosas

A medida que la historia avanza, los personajes se ven envueltos en episodios que representan diferentes épocas y eventos históricos relacionados con la Iglesia. Desde la Inquisición hasta las guerras religiosas, Buñuel presenta escenas en las que los personajes son testigos de la brutalidad y la violencia que la religión ha fomentado a lo largo de los siglos. En una escena, un grupo de herejes es torturado y quemado en la hoguera, mientras los religiosos celebran su martirio, en una muestra de la doble moral y la crueldad institucional.

Luego, los personajes llegan a un escenario que representa la Edad Media, donde la Iglesia controla todos los aspectos de la vida, y la superstición domina la sociedad. En este contexto, los mendigos son acusados de herejía y son perseguidos por un grupo de monjes y soldados. La película continúa con escenas que satirizan la corrupción y la doble moral de la Iglesia, en un tono cada vez más absurdo y crítico, hasta que los personajes se enfrentan a una serie de conflictos internos y externos que reflejan la lucha entre la fe ciega y la duda racional.

La traición, la muerte y la pérdida de fe

A medida que la historia progresa, uno de los personajes, Macario, traiciona a Simón en un momento crucial, entregándolo a las autoridades religiosas a cambio de protección y riquezas. La traición revela la corrupción y la ambición que también existen en los personajes que representan la religión y la sociedad. Simón, en ese momento, es arrestado y llevado ante un tribunal eclesiástico, donde se le acusa de herejía y se le somete a un juicio que termina en su condena a muerte.

Mientras tanto, Macario logra escapar con las riquezas obtenidas, pero su conciencia se ve marcada por la traición y la culpa. Simón es condenado a ser quemado en la hoguera, en una escena que muestra la brutalidad y la crueldad de la justicia religiosa. La película continúa mostrando cómo la religión se convierte en un instrumento de represión y violencia, y cómo los personajes enfrentan sus propios conflictos internos en medio de un escenario de corrupción y traición.

La muerte de Simón y la pérdida de esperanza

Simón, después de ser condenado, es llevado a la hoguera, donde sus gritos de dolor se mezclan con las llamas, en una escena que simboliza la muerte de la fe ciega y la esperanza en la justicia divina. La escena es impactante y brutal, y refuerza la visión pesimista de Buñuel sobre la religión institucionalizada, que en su opinión, solo fomenta la violencia y la ignorancia. Mientras tanto, Macario, desde la distancia, observa la escena con una mezcla de satisfacción y culpa, consciente de su traición y de la pérdida de su amigo.

Luego, la película muestra cómo los personajes restantes continúan su camino, enfrentándose a un mundo cada vez más absurdo y desilusionado. La figura del Diablo reaparece en varias escenas, recordando que la tentación y la mentira siguen presentes en la historia humana. La película termina con una escena en la que los personajes, en un escenario desolado, contemplan un cielo lleno de estrellas, en un ambiente que simboliza la indiferencia del universo ante las miserias humanas, dejando al espectador con una sensación de vacío y desilusión.

La visión pesimista y la soledad del camino

En los últimos momentos, los personajes, agotados y desilusionados, continúan su peregrinación sin esperanza, enfrentándose a un mundo que parece carecer de sentido. La figura de los mendigos se vuelve un símbolo de la condición humana, atrapada en un ciclo de ignorancia, corrupción y violencia, sin una salida clara. La película cierra con una escena en la que uno de los personajes mira hacia el cielo, mientras la cámara se aleja lentamente, dejando en evidencia la soledad y la desesperanza que impregnan toda la historia.

La película termina en un escenario donde los personajes parecen aceptar su destino, sin esperanza de redención ni justicia divina, en un mundo donde la religión ha sido reducida a un espectáculo absurdo y cruel. La imagen final muestra a los personajes en silencio, rodeados de un paisaje desolado, mientras la Vía Láctea brilla en el cielo, como un recordatorio de la vastedad del universo y la insignificancia de las creencias humanas en medio de esa inmensidad.

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